DOCUMENTOS HISTÓRICOS INÉDITOS 34 / ABRIL – SEPTIEMBRE 2021
”Plano de la calle Losada (sic) de parte de la de Salinas y del corralillo de Sogueros” 
Benito de Castro (arquitecto director de obras municipales)
Medina del Campo, abril 1907
Tinta sobre papel / 46,5 x 31,2 cm
Archivo Municipal de Medina del Campo. AMMC, D, Caja 6-148



Los planos generales y particulares de las alineaciones proyectadas en el viario público de una población nos ofrecen testimonios inestimables para conocer la antigua disposición de las calles y plazas que conforman la trama urbana de una población a lo largo de su historia. En este punto es muy interesante indagar en cómo y por qué han llegado hasta la actualidad espacios secundarios -incluso a veces residuales-, titulados de forma genérica “callejones”, o más popularmente “corrales”, “corralillos” o incluso “corros” o “corrillos”, que además de evocarnos vestigios de otros tiempos, se muestran como restos venerables a los que no han llegado los efectos de las “ortogonales” ordenaciones urbanas recientes.

Tal es el caso, en Medina del Campo, de numerosos callejones y corralillos que las modernas alineaciones de los siglos XIX (décadas finales) y XX no consiguieron suprimir, a pesar de los esfuerzos regularizadores dictados por los arquitectos o maestros de obras titulares de las obras municipales. Ha perdurado así, hasta el presente, al menos una veintena de callejones llamados: de Coches, de Toreros, de Ugarte, de San Francisco, de San Julián (debería ser de Ntra. Sra. de San Julián), de Regidores o de Escuderos, entre otros muchos, cuyos nombres tienen explicaciones evidentes acerca de su origen. Es más, un antiguo nombre popular de carácter general: “los callejones”, ha llegado vivo hasta nuestros días, a pesar de referirse a un conjunto de callejuelas irregulares desaparecidas en 1900, al abrirse desde la Plaza Mayor hasta la del Mercado -sobre el preexistente “callejón del Mercado”- la calle dedicada al que fuera alcalde y diputado en Cortes Francisco López Flores. Y, del mismo modo, tenemos otro espacio singular: “la Rinconada”, que ha perdurado en el tiempo al menos desde los comienzos del siglo XV, siendo citado en las célebres Ordenanzas de Dª Leonor de 1421, cuando se indican los “mesones de la Rrinconada” como el fin de los aposentos de los armeros situados desde la calle de Ávila. Aún hoy, entre varias medianerías cercanas a esta Rinconada, quedan vestigios de las viejas calles de la Petaca y la Calva, restos de los antiguos “callejones” mencionados más arriba.

El documento que hemos seleccionado para esta ocasión muestra la transformación regularizadora que quiere hacerse en 1907 en los terrenos colindantes al callejón de Sogueros (“de Cordeleros” llamado impropiamente durante un tiempo) que se abre en la antigua calle de Salinas (hoy de Rafael Giraldo) y, muy corto, discurre en paralelo a la calle actual de Gerardo Moraleja, denominada en el plano y en el expediente manuscrito “de Losada”, en vez de Enlosada que es como realmente se llamaba. Resulta un espacio reducido pero muy interesante desde el punto de vista de la historia urbanística de Medina, ya que apenas ha variado su disposición original, aunque ya desprovista del soportal esquinado y el supuesto pozo central, que todavía existían en su interior en los tiempos en que se pretende esta regularización. Al final, el pórtico esquinado y el pozo desaparecerán en la intervención urbanística que comentamos, cuyo origen no es otro que la construcción de una nueva vivienda con fachada principal a la calle Enlosada y parte posterior a este corralillo de Sogueros (es el solar marcado en el plano con las letras a, b, c, d, e, f).

Este proyecto de alineación, previo a la construcción de la citada nueva casa, es la respuesta del director de obras municipales, por entonces el arquitecto Benito de Castro, a la instancia que se ha presentado con la intención de edificar. Consta del plano que presentamos y de un informe fechado el 23 de abril de 1907, en el que se especifica que: “con tinta carmín está marcada la alineación de las construcciones modernas de la citada calle de Losada (sic) y de la de Salinas, como así mismo la propuesta para el mencionado corralillo de Sogueros”. La nueva ordenación contemplaba ampliar la entrada del corralillo, que era de tres metros, hasta diez, creando así un espacio abierto regular -una pequeña plazuela rectangular-, en la que se suprimían los mencionados soportales esquinados ya que, en palabras del arquitecto, “siempre predisponen al estacionamiento de cosas y personas”. El proyecto no se llevó a cabo en su integridad y actualmente perdura este singular espacio, prácticamente desapercibido para la gran mayoría de quienes pasan cerca de él.

Antonio Sánchez del Barrio

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