La Puerta de Valladolid

J. Fábregas (fotógrafo)
Hacia 1895 – 1899

Fotografía a la albúmina
/ 12 x 17 cm
Al dorso: «Medina del Campo puerta de la población / nº 523»
Colección Ángel Garrido Díez



Sólo en casos excepcionales una fotografía ha ocupado una edición de este ciclo de “La obra destacada”, y en este caso está sobradamente justificado ya que nos encontramos ante una centenaria imagen, desconocida por el público en general hasta el momento, y que corresponde al único testimonio fotográfico que nos ha llegado de la denominada Puerta de Valladolid de la tercera muralla que rodeó la villa en su época de esplendor. Su monumentalidad ya nos era conocida merced a su destacada representación en la panorámica que Anton van den Wyngaerde compone en 1570. No era para menos ya que constituía el arranque del principal eje viario septentrional de la población intramuros (la actual calle de Valladolid), que unía las iglesias parroquiales de Santo Tomás, situada junto a esta puerta, y San Miguel. Ambas imágenes -dibujo y fotografía- concuerdan absolutamente: dos grandes torreones cilíndricos almenados, unidos por un arco de medio punto, en disposición idéntica a la de otras puertas de dicho tercer recinto amurallado, con una sola salvedad: en la fotografía ha desaparecido el cuerpo central adosado entre los torreones, muy probablemente ocupado en su día por una pequeña capilla de la que no tenemos noticias. La puerta debió de construirse en la primera mitad del siglo XV (es citada en las crónicas de esa época) y de su continuo mantenimiento por el Concejo tenemos noticias muy tempranas: en noviembre de 1511 y enero de 1515 se documentan obras de revoco y mantenimiento de su fábrica (AMMC, H, Acuerdos del Concejo, años 1510-1511, c. 267-4, f. 278v; y año 1515, c. 268-1, f. 14v, respectivamente).

La Puerta de Valladolid se mantuvo en pie hasta 1899, año en que el Ayuntamiento ordenó su derribo. Dos años antes, el 4 de agosto de 1897, un vecino había solicitado al Consistorio “se le conceda en arrendamiento el arco titulado Santo Tomás, al objeto de dedicarlo a palomar”; petición que fue denegada tras el preceptivo informe del Director de obras municipales, Ricardo Cuadrillero, quien a pesar de no considerar el arco como un monumento histórico-artístico, estimaba que su arriendo a un particular “diría muy poco en favor de su cultura [la del Ayuntamiento] y la de sus administrados”. Además, en este informe se consideran: primeramente, la estrechez del paso, de cinco metros de ancho (lo que nos sugiere unas medidas aproximadas de los torreones de 14,5 m de altura y cerca de 6 m de diámetro), que sólo permitía el paso de un carruaje; en segundo término, los problemas que planteaba en el considerable tránsito de vehículos de carga, dada la proximidad de la estación de ferrocarril; y en tercer lugar, el mal estado del interior del arco que “se halla bastante resentido en uno de los lados de su clave y flojo todo él habiendo cedido bastante…” (en la fotografía puede verse una grieta vertical sobre la rosca del arco), aconsejando que se procediera bien a su reparación o bien a su demolición (AMMC, H c. 321-5136). El aumento del deterioro de la rosca del arco propicia un nuevo informe facultativo, fechado el 8 de noviembre de 1899, que es respondido por el Alcalde un día después con la orden de derribo inmediato del arco que nos ocupa (AMMC, H c. 322-5237). Por un informe posterior de 12 de diciembre del mismo año, sabemos que ya se estaba procediendo al derribo del arco, al tiempo que se determinaban las nuevas líneas de fachada de los edificios colindantes y su cierre en ángulo, ocasionándose poco después algunas irregularidades que son atajadas por la autoridad (AMMC, H c. 321-5099).

Como detalles menores de identificación de la imagen citamos, de izquierda a derecha: la aparición de la arista de la iglesia de Santo Tomás, con su línea vertical de mechinales; en el fondo del interior del arco (a la derecha del grupo de personas), el edificio de la recién construida “Fábrica de camas metálicas”, edificio que ha pervivido hasta hace muy pocos años; y la casa molinera que aparece en la parte derecha, que creemos que es la misma que subsiste hasta la actualidad.

Del autor de la fotografía, “J. Fábregas” según leemos en el sello de tinta del ángulo inferior izquierdo, no conocemos noticia alguna sobre su trabajo profesional. No sabemos si guarda relación con el “J. Fabregat” con estudio en Barcelona, primero en la calle Canuda nº 2 y luego en la Rambla de las Flores nº 32, quien destacó como retratista para “carte-de-visite”, con ejemplares conocidos entre el último cuarto del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX; o si tiene alguna relación con “Pere Fábregas y hermanos” (activos entre 1863-1869), con estudio en la Rambla del Centro nº 16 de la misma ciudad.

Antonio Sánchez del Barrio


BIBLIOGRAFÍA

Moraleja Pinilla, G., Historia de Medina del Campo. Medina del Campo, Imp. Manuel Mateo, 1971 (escrita hacia 1940-1946), p. 398.

Sánchez del Barrio, A., Estructura Urbana de Medina del Campo. Análisis Histórico hasta el siglo XVI. Valladolid, Junta de Castilla y León, 1991, pp. 43-46.

Sánchez de Barrio, A., Historia y evolución urbanística de una villa ferial y mercantil. Medina del Campo entre los siglos XV y XVI. Valladolid, Universidad de Valladolid, t. I, pp. 76-87.


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