DOCUMENTOS HISTÓRICOS INÉDITOS 10 / ABRIL – JUNIO 2015
Gastos para el recibimiento de la emperatriz Isabel en Medina del Campo (16 de noviembre de 1531) 
Medina del Campo, 26 de enero de 1532
Libro de Cuentas del Mayordomo 1526-1532. Manuscrito sobre papel / 30’5 x 21’5 cm
Archivo Municipal de Medina del Campo AMMC, H, caja 268-4333, ff. 322v-326v (cuadernillo suelto)

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La llegada de los monarcas europeos a cualquiera de las ciudades y villas de su reino era siempre un motivo de fiestas y celebraciones, que cambiaban la vida diaria de las localidades, aunque esto supusiera grandes dispendios para las arcas municipales y donativos por parte de instituciones, corporaciones y particulares. La villa se engalanaba a lo largo del recorrido de las calles por donde pasaba el cortejo real, disputándose muchos de sus vecinos el paso por delante de sus casas. Era, pues, la demostración del Poder Monárquico, donde los súbditos demostraban el sometimiento a la autoridad real. Pero, a cambio, obtenían la renovación de sus privilegios e, incluso, la obtención de otros nuevos. A ello se sumaba que las oligarquías municipales, en su contacto con la corte, obtenían mercedes y creaban nexos de complicidad con los monarcas. De ahí que hubiera que “tirar la casa por la ventana”.

Esto es lo que reflejan las cuentas del Mayordomo de Medina del Campo en 1531. La emperatriz Isabel de Portugal llegaba a la villa y había que mostrarse solícito, ya que, una vez asentado en el trono el emperador Carlos V, se tenían que olvidar los pasados acontecimientos en favor del bando sublevado en las Comunidades. Más, si cabe, dado que la urbe prosperaba al calor de sus ferias. Muy posiblemente, aparte de engalanar las calles con estandartes, colgaduras y ramas, se debió de construir alguna forma de arquitectura efímera, a modo de arco triunfal, con los emblemas imperiales y de la villa. Lo que sí sabemos es el gasto que se hizo para vestir a los 9 regidores que salieron a recibir a la emperatriz. Se compraron a diferentes mercaderes de Valladolid, Rioseco y de Medina del Campo 176 varas y 2 doceavos de terciopelo anaranjado; 80 varas y 8 doceavos de terciopelo negro; 88 varas y un doceavo de damasco blanco y 30 varas de raso carmesí. Todo por la elevada suma de 289.710 maravedíes. Aunque no sabemos la procedencia de dichas sedas es muy posible que fueran valencianas e italianas. Pero no solo el concejo no reparó en gastos en el vestuario de sus autoridades, sino que éstas se vistieron a la última moda: ropas de abajo de color carmesí y ropas de encima de color negro, con forros de damasco blanco. Es el triunfo de la moda borgoñona, que impone para la ropa masculina el color negro para los vestidos. En suma, los regidores de Medina del Campo fueron “hechos un pincel” y “a la última”.

Pero lo sorprendente a ojos actuales, no para los de aquella época, es que todos estos gastos suntuarios y de representación se cargaron a las arcas de la villa a pesar de ser de disfrute particular. La suma gastada, 289.710 maravedíes, era elevadísima para la hacienda municipal, ya que dicha cantidad representaba en ese mismo año de 1531 el 90% de su principal fuente de ingresos: el impuesto sobre el peso de la villa. Si a esto sumamos que el ayuntamiento estaba en un continuo déficit, no es extraño que recurriera a solicitar un préstamo al mercader de la villa Alonso de Ávila. Carga que el concejo tardó varios años en liquidar.

Hilario Casado Alonso
Profesor de Historia Económica. Universidad de Valladolid


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