DOCUMENTOS HISTÓRICOS INÉDITOS 9 / ENERO – MARZO 2015
Libro de la Guerra. 
Autos, acuerdos y gastos tomados por el Ayuntamiento de Medina del Campo, para el reclutamiento de 200 infantes armados y vestidos a su cuenta para la guerra contra Inglaterra 
Medina del Campo 25 de julio de 1596 – 19 de mayo de 1597 Manuscrito sobre papel, encuadernación en pergamino con refuerzos en el lomo, restos del cierre, 53 ff., 34 x 24,5 cmArchivo Municipal de Medina del Campo, AMMC, H, Caja 267-4331


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El ataque de la flota anglo-holandesa a Cádiz ocurrido entre el 30 de junio y el 15 de julio de 1596 causó una gran conmoción en Castilla. El anciano monarca, consciente de la situación precaria de las defensas litorales de las más de mil millas de costa de la península y de los acuciantes problemas financieros que le llevarán a decretar pocos meses después la tercera suspensión de consignaciones (“bancarrota”) del reinado, le llevaron a retomar un viejo proyecto de creación de una Milicia General para la defensa del reino castellano.

La noticia del asalto inglés a Cádiz por parte de las tropas del conde de Essex  fue recibida en Medina del Campo el 25 de julio de 1596, en la sesión que el concejo, justicia y regimiento de la villa celebró en la cárcel real, siendo corregidor el licenciado Álvarez de Ayala. Se dio lectura a la provisión real, fechada en Toledo el 15 de julio, mediante la cual Felipe II comunicaba la desdichada nueva y demandaba a la villa un servicio militar en forma de hombres preparados para la guerra. La provisión real, mencionada en este documento, refleja el temor que se había comenzado a sentir en Castilla ante los reiterados ataques ingleses a las costas peninsulares.

La villa de Medina del Campo respondió a la susodicha provisión real a través de una carta fechada el 28 de julio en la cual los regidores manifestaban “la mucha gana e voluntad que continuamente está [la villa] de servir a V. Magestad” pero en esta respuesta añadían“biéndose tan neçesitada de sus propios y disminuida de veçindad” no podía ofrecer por su tierra y villas de su partido más que 200 infantes armados y pagados a su costa y la de su partido[i]. La villa comenzó los preparativos de la puesta a punto de la compañía, preparativos que se resumen específicamente en este documento. La elección de capitán de la tropa que la villa había comprometido recayó, previa petición de parte, en Alonso de Quintanilla miembro de uno de los linajes que estructuran el cuerpo político medinense, el llamado de Barrientos[ii].

El concejo de la villa solicitó al monarca “liçencia e facultad rreal para que se pueda tomar a çenso sobre los propios y rrentas d’esta villa seis mill ducados o para en esta cantidad poder bender de sus propios quales quier bienes”. Una vez confirmada la solicitud, se procedió a pregonarla haciendo hincapié en las libertades que disfrutarían quienes se alistaran y en los beneficios que lograrían sus familiares. La villa, a instancias de Alonso de Quintanilla, ordenó confeccionar la bandera local, símbolo de representación de la honra del pueblo de Medina del Campo en la batalla.  Al tiempo, se pactó que el uniforme de los milicianos fuese azul y blanco.

El negocio de la configuración de la milicia se vio momentáneamente frenado el 31 de agosto, día en que el monarca decidió reservar esta milicia hasta el 2 de enero de 1597. La milicia, una vez retomado el negocio, celebró oposiciones a la capitanía para renovar el cargo resultando Luis de Peralta nuevo capitán de la milicia. El electo capitán eligió como alférez a Joan de las Heras[iii], como sargento a Alonso Ruiz de Adrada[iv]; todos ellos con una dilatada experiencia militar. La villa entregó las armas, conservadas en el antiguo monasterio de San Francisco a los infantes, al tiempo que los socorrió económicamente. Un real al día para cada soldado, y dos reales a los tambores y a los que tocan el pífano. Parte de esta milicia, recogen las actas, iba a ser destacamento defensivo en el puerto del Ferrol con salida inminente, según la noticia de 8 de abril, empero esto no sucedió así. La salida se retrasó hasta el 8 de mayo de 1597, momento en el cual Baltasar de Laguna y Juan Sánchez llegaron a la villa para “levantar y guiar a la compañía” que salió portando picas y arcabuces. La salida de la milicia era una necesidad para la villa, la cual había gastado todos los recursos económicos destinados a esta causa que en conjunto ascendían a 10.000 ducados.

La documentación final del negocio es confusa, las noticias en ella insertas finalizan precozmente, incluyéndose una serie de cartas de la compañía reclamando socorros y dineros al ayuntamiento que los envía. La milicia medinense, sin duda, ejerció la función para la que fue creada defendiendo el reino en la fachada atlántica peninsular entre El Ferrol y Lisboa, apoyada posiblemente por otras milicias concejiles amén del apoyo eventual de las Guardas de Castilla.

El caso de Medina del Campo recogido en este documento es un ejemplo de los problemas a los que se enfrenta la milicia general de 1596-1598. La organización y disposición del concejo se ven alejadas de las capacidades reales de mantenimiento de fuerzas armadas durante largos periodos. El principal problema de esta movilización militar fue el ahogamiento financiero que sufrió la villa al tener levantada una milicia sin estar destinada en un emplazamiento defensivo.

Álvaro Rodríguez Sarmentero


Este texto es un resumen del Trabajo Final de Grado “Soldados para el Rey. La contribución de Medina del Campo a la creación de una Milicia General en 1596”, defendido por Álvaro Rodríguez Sarmentero en la Universidad de Valladolid (curso 2013-2014).


[i] La respuesta al monarca se puede consultar en AGS, GyM, leg. 493-29
[ii] MORENO MORENO, Juan Carlos: Los linajes de Medina del Campo en un manuscrito del siglo XVII. Valladolid, Fundación Museo de las Ferias, 2007.
[iii] Fue soldado en la compañía de Manuel de Vega Cabeza de Vaca del tercio de maestre de campo. Participó como soldado en el fuerte de Túnez, lugar en el que fue hecho cautivo.
[iv] Sirvió en Flandes como soldado de infantería por un periodo superior a los ocho años en la compañía de Pedro Padilla, perteneciente al tercio de Don Fernando de Toledo y otros siete años más en la compañía de Bernardino de Velasco y el conde de Oñate.

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