Tapiz de Saúl entregando el arpa a David
y otras escenas bíblicas


Franz Geubels, hacia 1550-1570
Lana y seda. 336 x 254 cm.

Colección Fundación
Banco de Santander

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Múltiples referencias confirman el lugar primordial que ocupaba el tapiz flamenco entre los productos artísticos comerciados en las Ferias de Medina del Campo. Su utilidad como aislante térmico y la facilidad de su transporte, le convirtieron en parte fundamental de la decoración de los palacios ocupados por la corte itinerante. Su propia movilidad fue la causa fundamental de la pérdida para Medina de remesas tan importantes como la que ordenó pagar en 1504 Isabel la Católica al comerciante Matys de Guirla, tapisero vesino de Flandes. A lo largo del siglo XVI el tapiz siguió representando un signo de riqueza, siempre presente en los inventarios de los grandes hombres de negocios como Simón Ruiz, propietario de dos series con la Historia de Diana y temas bíblicos.

Al último apartado corresponde este tapiz expuesto en el Museo, perteneciente a los fondos de la colección artística de la Fundación Santander Central Hispano. Se trata de un tipo de gran difusión en los talleres de Bruselas durante la segunda mitad del siglo XVI, con Franz Geubels como el más destacado productor. Sus características más notables son el gran protagonismo del paisaje en la escena principal y la utilización de las cenefas para incorporar escenas alegóricas y episodios secundarios, enmarcados en motivos arquitectónicos clásicos. En los campos superior e inferior de la cenefa aparecen cinco virtudes con sus distintivos: la Justicia con la balanza junto a un avestruz; la Paz sujetando una rama y bajo la paloma con resplandor; la Fe con la Cruz; la Caridad con un niño en sus brazos coronada por una llama en alusión a sus brillantes efectos en beneficio de los desvalidos, y la Esperanza con un ancla, símbolo de firmeza, y el libro de la Sagrada Doctrina. En la parte más alta de los laterales aparecen Judith con la cabeza de Holofernes y Rebeca. En los extremos inferiores dos escenas frecuentemente asociadas: Susana y los viejos y Betsabé recibiendo en el baño de manos de un criado la carta de amor de David. Más allá del significado literal de todos estos episodios, en ellos se reconocían los principales valores del Cristianismo dentro de una función primordialmente decorativa.

           José Ignacio Hernández Redondo