DOCUMENTOS ARCHIVO SIMÓN RUIZ – 44 / MARZO – ABRIL 2023
Traslado de las diligencias practicadas por el corregidor de Medina del Campo en el proceso seguido por la muerte en desafío de Pedro Ruiz Envito
Valladolid, 25 de mayo de 1584
Manuscrito sobre papel / 5 folios
Archivo Simón Ruiz. ASR, CC, C 217, 233



Tras la muerte de su padre Vitores, Pedro Ruiz había quedado bajo la tutela de su tío Simón quien procuró formarle en los negocios enviándole a Nantes con la parte francesa de la familia. Allí Pedro demostró inteligencia e inclinación por el mundo comercial y se encargó de la liquidación de la compañía que su padre mantuvo con el primo Francisco de la Presa, ya difunto, acordando el reparto de intereses con el hijo de aquel, Juan de la Presa. El duro carácter y temperamento de Simón -unido al poco entendimiento que hacía de su sobrino- no fueron obstáculo para que el tío apreciara su disposición para los negocios y el éxito en ciertas empresas como fue la firma de algunos asientos con la Corona. Finalmente, Simón acabaría viendo en Pedro al hijo y sucesor que nunca tuvo por descendencia y su muerte habría de ser la noticia “más triste y de mayor pena” que recibió en esta vida, según sus propias palabras. La muerte prematura a los treinta y tres años en duelo ponía fin a una vida azarosa enturbiada por lances amorosos no siempre lícitos. Una actitud que causaba gran pesadumbre a la familia temiendo que algún día le alcanzara una desgracia urgiéndole a tomar casamiento y asentar la cabeza. Pero, en contra de lo que a priori podría sospecharse, esta no fue la causa que le llevó a encontrar la muerte en desafío poco antes de las ocho de la mañana el domingo 2 de abril, primero después de Semana Santa, del año 1581. Muy al contrario, fueron el odio y la enemistad los que movieron los hilos de una trama que buscó sembrar la cizaña en el oído de quien habría de ser finalmente el sujeto del crimen. Esto es lo que nos dice el documento que presentamos: un traslado que da Gabriel de Frías, escribano del crimen de la Audiencia de Valladolid, a petición de la parte acusadora (Simón y Cosme Ruiz Envito, como tío y hermano del difunto) representada por su procurador, Juan de Carrión, de las diligencias que llevó a cabo el corregidor de Medina, el doctor Gante del Campo, que interrogó a los testigos de los hechos, así como las respuestas de los testigos presentados por la acusación: Luis de Hormaza, Juan de Silva y Gutierre de Montalvo. Todo ello de cara a presentar una denuncia criminal contra el inductor y quien, podríamos denominar, autor intelectual del crimen, Gabriel Rodríguez, escribano del número de la villa de Medina del Campo.

Y es que el origen parece estar en la actuación de Pedro Ruiz Envito y el susodicho escribano en el ámbito de la cosa pública, es decir, de la vida municipal de la villa de la que el referido Pedro era regidor, al igual que lo había sido su padre Vitores y lo era su tío Simón. Entre los motivos de la animadversión está la declaración de Pedro Ruiz ante el concejo pidiendo que se cumpliera la ley que establecía que los escribanos del consistorio no abrieran las cartas de particulares que tuvieran que ver con los negocios de la villa, sino que lo hicieran los comisarios que fuesen nombrados al efecto y que de ellas siempre quedara una copia. A esto se suma la denuncia hacia el escribano de rentas, Gabriel Rodríguez, por su conducta reiteradamente infractora. Esta revelación debió de encender la animosidad y malquerencia del escribano que encontró la manera de acabar con Pedro Ruiz sembrando la discordia al propalar mentiras en los oídos de don Pedro de Eván, comendador de la orden de san Juan, como que el dicho Pedro Ruiz Envito habría comprado por doscientos ducados los servicios de un matachín, el soldado Juan de Perea, para acabar con la vida de Juan de Lezana, socio de Pedro Ruiz con el que había trabado amistad, precisamente, a través de don Pedro de Eván. Habiendo caído este en el engaño y creyendo le iba en ello su honor por haber sido él quien buscó tal afinidad, no vio más solución a la ofensa que remitir a Pedro Ruiz un billete o carta misiva de desafío al lugar donde residía, Pozal de Gallinas, señalándole el día, la hora y el puesto que no era otro que la huerta que llaman de los Poderosos. Viniendo por las rondas hacia Aguacaballos, don Pedro de Eván le salió al paso y allí trabaron sus espadas hiriéndose muchas veces, quedando tendido Pedro Ruiz con dos puntazos en la frente y una fea herida en la garganta de la que, finalmente, murió al cabo de dos horas en el Monasterio de Santa Clara donde fue llevado para intentar salvar su vida. Por su parte, don Pedro de Eván se acogió a sagrado en el Monasterio de San Andrés de Predicadores de esta villa.

La sentencia de este pleito es de 20 de agosto de 1586 (ARCHV, Registro de Ejecutorias, Caja 1565,9) resultando como único condenado Gabriel Rodríguez a quien todos acusaron como urdidor del crimen. Se obligó al pago de 2.000 ducados para redimir la pena de cárcel y se le condenó al destierro de por vida bajo pena de muerte. Don Pedro de Eván se exilió a Malta, sede de la orden de san Juan, y antes de embarcarse pudo ser visto en Barcelona por varios testigos a los que manifestó el mucho dolor y pesadumbre que soportaba por haber dado muerte a Pedro Ruiz Envito mediante engaño. Con todo, sabemos por un documento que obra en colección privada que Simón y Cosme Ruiz elevaron una petición ante los alcaldes del crimen de la Chancillería de Valladolid pidiendo que se ejecutara la sentencia contra Gabriel Rodríguez por haber violado el destierro reiteradamente, viéndosele tanto en Medina, Madrid o Granada, por lo que llega a conocimiento del rey quien ordena el cumplimiento de la justicia mediante una Real Provisión firmada en Valladolid el 20 de marzo de 1590.

Fernando Ramos González


BIBLIOGRAFÍA

LAPEYRE, H., Una familia de mercaderes: los Ruiz. Contribución al estudio del comercio entre Francia y España en tiempos de Felipe II. Carlos Martínez Shaw (ed. y trad.), Valladolid, Junta de Castilla y León, 2008, pp. 75-77.

BASAS FERNÁNDEZ, M., “Los sobrinos de Simón Ruiz”, en Boletín de la Institución Fernán González, 4º trim., año 40, núm. 157, 1961, pp. 762-768.


<< Documentos del Archivo Simón Ruiz