San Antolín

Taller de Leonardo de Carrión
Último tercio del siglo XVI

Madera policromada
/ 79 x 40 x 26 cm
Monasterio de San José de Carmelitas Descalzas. Medina del Campo



El patronazgo de los santos sobre las ciudades ha creado toda una galería de representaciones y ciclos hagiográficos, que forman parte de nuestro más valioso patrimonio de la memoria. En unas ocasiones con grandes pretensiones y otras veces con planteamientos muy modestos, el hecho de disponer de la imagen tangible de la santidad servía como elemento distintivo y referencial, al que acudir en los momentos difíciles. San Antolín es el patrono de Medina del Campo y de ahí la existencia de figuras como ésta, que acercaban su imagen más o menos estereotipada a los fieles. La representación del personaje vestido con los ornamentos diaconales, que sostendría la palma del martirio en la mano derecha y un libro con un texto latino en el que se dice que comenzó a sobresalir en virtud desde joven, no deja lugar a dudas en lo que a su identificación se refiere.

Documentado al menos desde el siglo XII existió un templo en Medina puesto bajo la advocación del santo. Parece que su origen se remonta al hecho de haber conseguido una reliquia del santo, al que se le daba culto desde antiguo en la célebre cripta de la catedral palentina. La figura de San Antonino es la de uno de esos mártires, con grandes confusiones de carácter biográfico, donde se mezclan las personalidades de un santo sirio con otro martirizado en Pamiers (Francia), difíciles de deslindar. Lo más probable es que las reliquias llegaran a España procedentes de Francia y fuera la fama de su culto en Palencia, vinculado con la leyenda de la aparición y curación milagrosa del rey Sancho el Mayor de Navarra, lo que terminara por consolidar el prestigio del santo. De este modo llegaría a Medina algún resto del diácono que permitió la dedicación de un templo convertido en el más destacado de la villa, alcanzando la categoría de Colegiata.

La sencillez de la representación de esta pequeña escultura de bulto y su carácter frontal, responden a una intención meramente simbólica. Se trata simplemente de disponer de una imagen del santo que se pueda identificar con facilidad, sin ningún tipo de alarde técnico. El canon corto de la figura y lo sumario tanto de los rasgos físicos como del plegado del alba y de la dalmática que lo caracterizan, están poniendo de manifiesto un empleo limitado de los recursos plásticos, sin grandes pretensiones. Hace algún tiempo que proponíamos la relación de esta obra con el catálogo de artistas como Leonardo de Carrión, activo en Medina del Campo desde 1553 hasta 1576, deudor de los esquemas de los grandes maestros castellanos. Quizás puede resultar más coherente hablar de una obra salida de su taller, acusando de lejos la huella de la expresividad de escultores como Juni en el último cuarto del siglo XVI. La sencilla policromía con la que se completó la obra pertenece también a ese mismo instante cronológico. Sería demasiado suponer que lo que parece ser una cifra en número arábigos, 89, al final del texto latino que porta el santo en su mano izquierda, datara la fecha de la policromía. Probablemente se trate de una referencia al capítulo del acta del martirio o del oficio del propio San Antolín, que se rezara con ocasión de su festividad.

Para la presencia de la escultura en el claustro del convento carmelita de San José no hay demasiadas razones, más que el hecho mismo de contar con una representación del patrón de la villa que acogía la segunda fundación teresiana, aunque bien es cierto que la obra pudo recalar en el convento después de haber sido encargada para otro lugar que desconocemos. Lo cierto es que la pieza, integrada en el ajuar conventual, luce además un curioso collarín con decoración textil y el nombre de Teresa en un medallón central.

Manuel Arias Martínez y
José Ignacio Hernández Redondo
Museo Nacional de Escultura


BIBLIOGRAFÍA

Arias Martínez, M. y Hernández Redondo, J. I. (1999),“El patrimonio artístico de los conventos de Medina del Campo”, en Clausuras. El patrimonio de los Conventos de la Provincia de Valladolid, I – Medina del Campo, Valladolid, pp. 80 y 196.

Arias Martínez, M., Hernández Redondo, J. I. y Sánchez del Barrio, A. (2004), Catálogo monumental de Valladolid. Medina del Campo. Tomo XIX. Diputación Provincial. Valladolid, p. 195


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