El Expolio (Jesús despojado de sus vestiduras)

Luis Vélez (doc. entre 1518 y 1575)
Mediados del siglo XVI
Óleo sobre tabla / 128 x 145 cm (medidas totales con marco)

Colección Granados, Madrid


Inscripción en el marco (desde el ángulo inferior izquierdo):

* MILITES * ERGO * CUM CRUCIFIXIS[S]ENT * EUM * ACCEPERUNT * VESTIMENTA EIUS * ERAT AUTEM TUNICA * INCONSUTILIS * IOA[N 19, 23]
SUPER HOC PLA[N]GAM * ET ULULAB[O] * VADAM SPOLIATUS ET N[UDUS… MICHEAS 1, 8]
[VERE] LANGUORES NOSTROS IPSE TULIT * ET DOLORES NOSTROS IPSE PORTAV[IT] ESA [53, 4]

Los soldados, después de crucificarle, tomaron sus vestiduras y su túnica sin costura (Juan 19,23) 
Por ello yo gemiré y me lamentaré, e iré descalzo y desnudo (Miqueas 1,8)
Verdaderamente Él fue quien soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores (Isaías 53,4)



El episodio de Jesús siendo despojado de sus vestiduras no consta en los Evangelios canónicos; en ellos (Mt 27, 35; Mc 15, 24; Lc 23, 34 y Jn 19, 23-24) tan sólo se menciona el reparto de su túnica sin costura (inconsútil) sin llegar a citar la acción del despojo; siguen así el antecedente bíblico recogido en el Libro de los Salmos (Sal 22, 19), en el que se dice: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. El momento del expolio ha de buscarse en los Evangelios apócrifos –como en el de Nicodemo (cap. X, 1)- y en las Meditationes de Vita Christi (h.1300) del Pseudo-Buenaventura, en los que figuran los detalles en que se basaron los artistas para componer sus representaciones. En todo caso, la escena es poco frecuente y no abundan los ejemplos conservados, salvo en los casos de pinturas o relieves de pequeño formato que forman parte de los Viacrucis devocionales, en los que ocupa la décima estación. Louis Réau apunta en su Iconografía del arte cristiano, que esta escena del despojo solía reservarse para ornamentar las paredes de las sacristías donde se revisten y desvisten los sacerdotes (Réau, 1996, p.490), como ocurre con el célebre “Expolio” de El Greco, pintado en 1577 para la sacristía de la Catedral de Toledo.

En nuestro caso, la composición narrativa presenta a Jesús como figura protagonista de la escena central, rodeado por cuatro soldados –son los habituales en los grupos romanos de ejecución-, dos de los cuales le despojan de su túnica, un tercero le corona de espinas y el cuarto, agachado sobre la cruz, hace en ella un agujero con un berbiquí donde luego se ajustará el clavo de los pies. Esta escena está flanqueada por dos grupos de personajes secundarios que presencian el despojo: a la izquierda, el formado por la Virgen María cubierta con un manto azul, con San Juan a su derecha y María Magdalena a su izquierda, y María Salomé y María de Cleofás detrás de ellos con un fondo boscoso como cierre espacial. En la parte derecha, en el grupo restante de actores secundarios, adivinamos en el centro a Dimas, el “buen ladrón”, a quien están desanudando de sus ataduras un soldado y un hombre arrodillado sobre la cruz en la que será ajusticiado; tras ellos, Gestas, el “mal ladrón”, maniatado, con una soga al cuello y su cruz erguida tras él; en este caso, cierran la escena tres personajes a caballo: un soldado abanderado con la divisa roja del Senado y el Pueblo de Roma (SPQR) y los que creemos son dos sacerdotes judíos. Enmarca el conjunto un precioso fondo azulado de la Jerusalén monumental entre riscos, peñascos y nubes cargadas. Cabe destacar que el marco que protege la tabla presenta una inscripción corrida, formada consecutivamente por tres frases tomadas del Evangelio de San Juan y de los Libros de los profetas Miqueas e Isaías (las ya citadas más arriba).

Respecto a la autoría de la obra, presenta todas las características de las tablas documentadas y atribuidas a Luis Vélez, pintor avecindado en Medina del Campo, muy activo durante las décadas centrales del siglo XVI tanto en dicha villa como en Pozaldez, Nava del Rey o Tordehumos. Este artista, aún pendiente de estudio detallado (se conocen noticias de él entre 1518 y 1575, año de su muerte), tiene documentadas o atribuidas varias obras en Medina del Campo, su lugar habitual de trabajo, donde realiza pinturas murales, policromía de retablos y óleos sobre en tabla. Así, son suyas las pinturas superiores y los policromados del pabellón y figuras del Calvario del retablo mayor de la Colegiata, obra concertada en enero de 1548; la ornamentación de la bóveda y muros laterales de la capilla del Descendimiento del mismo templo colegial; las grisallas de escenas bíblicas situadas en la cabecera de la iglesia del convento de Sta. María Magdalena, fechadas en 1558; o la desaparecida decoración mural de la capilla del Descendimiento de la iglesia de San Miguel, documentada un año después. Entre las pinturas sobre tabla, destacamos las que hizo precisamente para las puertas laterales del retablo de esta citada capilla de San Miguel, de la cual se conservan dos, las correspondientes a la Epifanía y la Resurrección (hoy en la colección del BBVA); la que representa a Santo Domingo como protector de su orden, fechada en el marco en 1564, y actualmente formando parte del retablo mayor de la iglesia del convento de Sta. María la Real; y la dedicada a la Virgen del Carmen entregando el escapulario a San Simón Stock, conservada en la ermita del Monte Carmelo de convento de San José de carmelitas descalzas.

En todas ellas, como en el caso de la tabla del Expolio que nos ocupa, se dan cita las mismas características propias de su estilo, entre las que destacamos: el modo de resolver las figuras, de perfil acartonado y con ropajes de pliegues ondulantes pero de acusada rigidez; la semejanza de los rostros de los personajes, con idénticos rasgos esquematizados; las frías y planas tonalidades cromáticas, en las que predominan los rojos, azules y amarillos; etc. En definitiva, recursos compositivos que señalan a un mismo autor y que se hacen patentes, por ejemplo, en la similitud de la indumentaria de los soldados que aparecen en nuestra tabla y en la citada de la Resurrección, en los rostros prácticamente idénticos del buen ladrón de esta pintura y el del rey Gaspar de la Adoración de los Magos, así como las cabezas de los grupos de María y las santas mujeres de este Expolio y el de las religiosas del cuadro de Santo Domingo protector de su orden, que parecen en ambos casos corresponder a un mismo modelo seriado… y, desde luego, la idéntica composición de los agrestes paisajes azulados en los casos de estas mismas dos tablas. En definitiva, argumentos que nos permiten atribuir con certeza esta magnífica tabla de la Colección Granados a la producción artística de Luis Vélez, uno de los más destacados pintores de la pujante Medina del siglo XVI.

Antonio Sánchez del Barrio


BIBLIOGRAFÍA

RÉAU, L., Iconografía del arte cristiano. Nuevo Testamento (T.1, Vol. 2). Barcelona, Ed. del Serbal, 1996, p.490.

ARIAS MARTÍNEZ, M., HERNÁNDEZ REDONDO, I. y SÁNCHEZ DEL BARRIO, A., Clausuras. El Patrimonio de los Conventos de la Provincia de Valladolid. I, Medina del Campo. Valladolid, Diputación Provincial, 1999, pp. 65, 71-72 y 79-80.

ARIAS MARTÍNEZ, M., HERNÁNDEZ REDONDO, I. y SÁNCHEZ DEL BARRIO, A., Catálogo Monumental. Medina del Campo. Salamanca, Diputación de Valladolid, 2004, pp. 95, 140, 164, 178 y 195.


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