Armadura ataujerada

1512

Madera ensamblada y policromada / 1000 x 770 cm
Iglesia de San Martín, Medina del Campo
Fundación Museo de las Ferias

 armadura

Con motivo de los 500 años de la construcción  de la armadura mudéjar de la antigua iglesia de San Martín, actual sede del Museo de las Ferias, nuestra Fundación ha realizado un montaje audiovisual sobre esta singular estructura arquitectónica, que arranca con unas sorprendentes imágenes del artesonado, obtenidas años antes de su restauración definitiva de 1990-1992, cuando padecía un lamentable estado de abandono, y concluye con una presentación analítica de los elementos estructurales que componen el conjunto, cuyo “fin de obras”, el año 1512, queda registrado en el final de la inscripción que recorre el perímetro del arrocabe. Todo ello puede verse durante estos dos meses en el Museo.

Respecto al estudio técnico de la armadura, hemos recuperado para esta ocasión la ficha que hace ocho años elaboró nuestro recordado amigo, el profesor Carlos Duque Herrero, uno de los grandes estudiosos del arte mudéjar de nuestra provincia.

La inscripción aludida figura en el arranque de la techumbre y ocupa la parte inferior del arrocabe cuádruple, separando los diversos registros de éste, aliceres, diversos motivos decorativos: hojas talladas, tocadura con el típico cordón y simple moldura. Si en la inferior aparecía la mencionada inscripción, en la superior lo hacen motivos con grutescos, flameros, candelabros; mientras que en los espacios intermedios figuraba una decoración pictórica aún perceptible sobre las pechinas (línea sinuosa de la que nacen pequeñas flores rojas).

Los ángulos los ocupan cuatro pechinas integradas entre el segundo y tercer registro del arrocabe. Se conciben a modo de abanico, con catorce tiras, separadas por motivo tallado, ocupadas por decoración vegetal pictórica, largo y fino vástago rematado por copa con frutas, típico de los albores del Renacimiento y la parte de mayor delicadeza pictórica. Las mismas pechinas, que en su día tuvieron los escudos de los fundadores, permiten el paso a la estructura ochavada y ataujerada que cierra la cabecera de la primitiva iglesia.

Los paños y el almizate son las partes más ricas de la armadura al aparecer lazo de nueve y de doce, creados por cintas talladas en las que su decoración a través de cortes perpendiculares da lugar a formas claveteadas en relieve. Los paños se cuajan con ambas ruedas, con flor en el centro del lazo, de mayores dimensiones, más naturalistas y ejecutadas como suma de diversas partes en las de doce radios; mientras que en las otras el motivo floral es más decorativo. El lazo de doce se transforma en hexágono en los bordes inferiores de la techumbre. Culmina la estructura un almizate en el que dos octógonos sirven de base a sendas piñas de mocárabes, las piezas más espléndidas de la cubierta.

Si los zafates logran relieve por la decoración de la tablilla con cortes perpendiculares que los engalana (con la misma disposición que las cintas), en los lugares donde tal decoración no es posible debido al escaso espacio (almendrilla, candilejo…) se opta por una pintura de tono azul oscuro, la misma que en otras partes del arrocabe. En la cara interna de la cinta aún se conservan los restos del color rojo, pigmentos ambos característicos de las techumbres de este momento. 

En su configuración se observan ciertas similitudes con la armadura de la escalera principal del Colegio de San Gregorio de Valladolid, sobre todo en la disposición de las pechinas. Con techumbres más populares las similitudes son menores (en el presbiterio de la iglesia de Marzales aparecen hexágonos; en la de Pobladura de Sotiedra algunos motivos decorativos de candilejos y almendrilla) pues no llegan al grado de calidad de la presente.

Así pues, estamos ante uno de los ejemplos, hoy muy escasos, de aquella carpintería ataujerada, rica y lujosa (frente a la más sencilla y popular apeinazada) promovida por personajes allegados a la Corte e impregnados del gusto mudéjar de la época, tal como atestiguan dimensiones y decoración. Si en la misma los ecos de las novedades renacentistas se captan tanto en motivos tallados como pictóricos, éstos no van más allá de pequeñas notas que no logran alterar el gusto general que transmite la techumbre.

Carlos Duque Herrero