La Virgen del Carmen entregando el escapulario a San Simón Stock

Luis Vélez († 1575)
Mediados del siglo XVI (marco del siglo XVIII)Óleo sobre tabla / 165 x 127 cm
Convento de San José. MM. Carmelitas Descalzas. Medina del Campo

Restauración: Natalia Martínez de Pisón (Arte y Conservación S.L., ArteCo) en 2000, en el marco del
Convenio de Restauración de bienes muebles de la provincia de Valladolid,
suscrito por la Diputación Provincial, la Junta de Castilla y León y el Arzobispado de Valladolid

 Simon-Stock

La escena de la entrega del escapulario por la Virgen María a San Simón Stock es habitual encontrarla en obras pictóricas conservadas en los conventos de carmelitas. Dice la tradición que este santo inglés (Kent, 1175 – Burdeos, 1285), suplicó al cielo un favor especial para su Orden, siendo correspondido por Nuestra Señora con la entrega de un escapulario como elemento protector contra el pecado y la condenación eterna; por ello, se le tiene como principal valedor y propagador de esta aún arraigada devoción carmelitana. Réau, en su Iconografía del arte cristiano (1998, t.2,v.5, p.229), relaciona esta aparición milagrosa de la Virgen con las de la entrega del cinturón a Santo Tomás y la imposición de la casulla a San Ildefonso.

En la presente obra, San Simón Stock aparece arrodillado junto a los santos fundadores carmelitas Alberto de Vercelli y Ángel de Sicilia, a la izquierda, y los profetas Elías y Eliseo, a la derecha, personajes que en todos los casos se representan con sus atributos iconográficos. En la parte superior, envuelta por una nube y bajo dos ángeles que sostienen su corona, aparece la Virgen María con el Niño en su regazo, entregando el escapulario.

La tabla debió de ser de las primeras obras artísticas que entraron en el convento de San José, como bien se sabe, fundado por Santa Teresa en 1567. La tradición, aún viva entre las carmelitas que lo habitan, asegura que ante ella rezaba la Santa de Ávila en sus estancias medinenses, cuando se retiraba a la pequeña ermita denominada del Monte Carmelo que se levanta en la huerta posterior del convento; por ello, sigue conservándose en su interior.

No podemos probar documentalmente su autoría; no obstante, Arias Martínez y Hernández Redondo apuntaron en su día la relación estilística evidente de esta obra con otras conservadas en Medina del Campo atribuidas a Luis Vélez, pintor muy activo en la villa durante las décadas centrales del siglo XVI, donde realiza pinturas murales y de caballete, encargándose asimismo de la  policromía de esculturas y relieves de retablos en compañía de artistas como el pintor Jácome de Blancas o el escultor Leonardo de Carrión. Los rasgos faciales y los pómulos sonrosados de los personajes, la rigidez de los pliegues de las indumentarias, etc. son características habituales de su estilo que también podemos admirar en tablas como la dedicada a la Resurrección, conservada en el propia clausura de madres carmelitas, o la de Santo Domingo como protector de su Orden, actualmente en el retablo mayor del convento de Santa María la Real.

Antonio Sánchez del Barrio