DOCUMENTOS ARCHIVO SIMÓN RUIZ 13 / ENERO – FEBRERO 2018
Documentos sobre el retablo mayor de la iglesia del Hospital General y las esculturas orantes de Simón Ruiz y sus esposas
Valladolid, 1597-1601

Contrato del retablo de la iglesia
del Hospital General
y esculturas orantes
de Simón Ruiz y sus dos esposas
Valladolid, 30 diciembre 1597 y 5 enero 1598

Manuscrito sobre papel / 30,5 x 21,3 cm
Archivo Simón Ruiz (ASR, C, caja 203-173)
Presenta las firmas de Juan de Ávila,
Francisco del Rincón y Pedro de la Cuadra

Carta de pago de las esculturas orantes de Simón Ruiz, María de Montalvo y Mariana de Paz, a favor de Francisco de Rincón y Pedro de la Cuadra
Valladolid, 13 agosto 1598
Manuscrito sobre papel / 31,7 x 21,7 cm
Archivo Simón Ruiz (ASR, C, caja 203-174)
Presenta las firmas de Francisco de Rincón y Pedro de la Cuadra. Se conservan nueve cartas de pago con este mismo concepto, la última de fecha 20 marzo 1600. (ASR, C, caja 203 174-182)

Carta de pago de la policromía del retablo de la iglesia del Hospital General, a favor de Francisco Martínez, pintor de Valladolid
Valladolid, 1 junio 1601
Manuscrito sobre papel / 29 x 21,3 cm
Archivo Simón Ruiz (ASR, C, caja 203-199)
Se conservan trece cartas de pago con este mismo concepto, la última de fecha 1 junio 1601. (ASR, C, caja 203 188-200)


No sabemos hasta qué punto Simón Ruiz se habría sentido satisfecho con el resultado final de las principales obras encargadas para presidir el interior de la iglesia del Hospital General (su retablo mayor y las esculturas orantes), porque la muerte no le permitió realizar personalmente su encargo. Pero su realización estaba prevista desde el principio en la traza general del proyecto y la mejor prueba de ello fue la materialización en un mismo contrato, tanto del retablo como de las esculturas funerarias, sin importar siquiera que se realizaran con materiales distintos.

Dicho contrato, hasta ahora solo transcrito parcialmente y con motivo de su inclusión como elemento probatorio en un pleito suscitado por un trabajo diferente, se conserva entre la documentación del Archivo Simón Ruiz. Gracias a ello, conocemos con certeza desde hace tiempo la intervención en el mismo de los escultores Pedro de la Cuadra y Francisco de Rincón y del ensamblador Juan de Ávila, quienes en el penúltimo día del año 1597 se comprometían a entregar en el plazo de catorce meses un retablo de madera de pino, de unos cuarenta y cinco pies de alto y treinta de ancho, y, ocho meses más tarde, tres bultos de alabastro del propio Simón Ruiz y sus dos mujeres: doña María de Montalvo y doña Mariana de Paz, recibiendo por todo ello la suma de mil trescientos diez ducados.

De acuerdo con la voluntad expresada en el testamento que otorga el primer día de abril de 1596, en un momento en el que la iglesia aún no estaba concluida, Simón Ruiz dejó el encargo en manos de su hombre de confianza, confesor y a la postre testamentario, el agustino fray Antonio de Sosa, al que solamente encomendó que comunicara a su mujer, doña Mariana de Paz, “lo que en adelante se hiciere en el dicho hospital”, según se dice en su testamento.

Es posible que su primera intención fuera solamente un trabajo conjunto de Juan de Ávila en el ensamblaje y Francisco del Rincón en la escultura. Al menos eso deja entrever el banquero Fabio Nelli de Espinosa, encargado de materializar los sucesivos pagos que permitían avanzar los trabajos en la iglesia del hospital, cuando años después, con motivo del pleito que sostuvo con Pedro de la Cuadra por el encargo de sus propios bultos funerarios, declaró que este último hizo “muchas diligencias con el dicho favio nelli para que yntercidiese con el dicho frai antonio de sosa e se los diese a hacer a el o le metiesen a la parte con quien se concertase, y fabio nelli lo hizo y los tomaron a hacer el dicho pedro de la quadra y francisco del rrincon y juan de abila juntamente con el retablo para el dicho ospital”.

Por otro lado, la asociación más natural era entre Rincón y Juan de Ávila, al que en ocasiones se menciona como Juan de Vila o Villa, pues parece demostrado que eran cuñados desde 1592 a través de sus matrimonios. En aquel momento ambos eran los más destacados en la ciudad, especialmente en lo que se refiere al escultor, como observa Pérez de Castro, por el declive y la cercana muerte de Isaac de Juni, Adrián Álvarez y, sobre todo, Esteban Jordán. Pero en último lugar fue el fraile agustino quien decidió tanto los artistas como el modo de realizar el trabajo, de acuerdo con una traza hecha en pergamino y firmada por los cuatro, hasta el momento no localizada, e incluso con la obligación de que le presentaran modelos de las figuras e historias del retablo, que el propio fray Antonio tenía que aprobar antes de ser materializadas.

Aunque en el contrato nada se menciona sobre un reparto diferente del trabajo en lo relativo a las esculturas funerarias, tradicionalmente se han atribuido de forma exclusiva a Pedro de la Cuadra atendiendo a razones de estilo. En efecto, el modo de reflejar los rostros, anchos y de ojos abultados, un tanto inexpresivos, son característicos de una producción en la que siempre mantuvo un grado de calidad que ha permitido destacar sus obras en alabastro. Sin embargo, no conviene descartar la participación de Rincón en la escultura identificada con María de Montalvo, en la que se aprecia un canon algo mayor y sobre todo un mayor naturalismo en el tratamiento del cabello, las manos o el plegado. Lo cierto es que en las cartas de pago conservadas en el propio Archivo Simón Ruiz, se recogen diversas cantidades entregadas a los dos escultores en el año 1598, mientras que en las firmadas al año siguiente solo figura Pedro de la Cuadra. Es posible que este encargo fuera la causa de un primer enfrentamiento entre ambos que terminaría siendo evidente pocos años después.

De acuerdo con lo acostumbrado, todo el programa decorativo de la iglesia no podía quedar concluido hasta completar el retablo mayor con su correspondiente policromía. Hasta el momento no se ha localizado la escritura del contrato, pero las cartas de pago conservadas en el propio archivo atestiguan que el trabajo se encargó a Francisco Martínez, residente por entonces en Valladolid, quien a finales de abril del año 1600 recibía por dicho concepto el primer pago de trescientos ducados, prolongándose los abonos durante quince meses. En consonancia con todo el proyecto, el retablo del hospital de Simón Ruiz muestra una policromía de gran sobriedad decorativa pero igualmente llamativa, con imitaciones de brocados en los vestidos, que en último lugar eran rajados para conseguir mayor brillantez en el conjunto al dejar parte del oro inferior al descubierto.

José Ignacio Hernández Redondo
Museo Nacional de Escultura

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BIBLIOGRAFÍA

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HERNÁNDEZ REDONDO, J. I., “El panteón de Simón Ruiz y sus dos esposas: el retablo, las esculturas orantes y la reja”, en Simón Ruiz: mercader, banquero y fundador (ed. Antonio Sánchez del Barrio). Valladolid, Fundación Museo de las Ferias, 2016, pp. 78-89.