Expulsión de los mercaderes del Templo

Francesco Bassano
Hacia 1585
Óleo sobre lienzo / 150 x 184 cm
Museo Nacional del Prado (P00027)

mnpmercaderes

Gracias intercambio propiciado por el préstamo de la escultura del obispo Lope de Barrientos al Museo Nacional del Prado, para la exposición dedicada a Rogier van der Wyeden, tenemos la oportunidad excepcional de presentar, como “Pieza del Mes” de abril, el lienzo del veneciano Francesco Bassano, Expulsión de los mercaderes del Templo, asunto iconográfico que guarda una estrecha relación con los argumentos planteados en nuestro Museo: los mercaderes y sus mercaderías, los cambistas…, y, además, en una obra que cronológicamente coincide con la última etapa de esplendor de las grandes ferias de Medina del Campo, el último cuarto del siglo XVI.

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Este lienzo, perteneciente a la Colección Real por regalo del duque de Medina de las Torres a Felipe IV, ingresa en el Museo del Prado en 1839 procedente del monasterio de San Lorenzo del Escorial. Representa la Expulsión de los mercaderes del Templo, pasaje recogido por todos los evangelistas, aunque en esta ocasión parece que el artista se inspira directamente en el texto de Juan: “Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, de ovejas y de palomas, y a los cambistas sentados; y haciendo de cuerdas un azote, los arrojó a todos del templo, con las ovejas y los bueyes; derramó el dinero de los cambistas y derribó las mesas… (Jn 2, 13-22). En efecto, los vendedores, cambistas y animales mencionados aparecen en la escena central del cuadro y hasta el propio Jesús está representado fustigando a los mercaderes con un manojo de cuerdas.

El episodio fue tratado hasta en cinco ocasiones en el taller veneciano de los Bassano, desde los tiempos del abuelo de nuestro artista. De su padre Jacopo Bassano se conservan dos versiones, una en el Museo del Prado (h.1569) y otra en la National Gallery de Londres (h.1585), ésta sin duda la de mayor calidad y la que inspira directamente la obra que ahora presentamos. En efecto, se advierte a primera vista la absoluta dependencia de la escena respecto a la versión paterna conservada en Londres; sin embargo, en nuestro caso, Francesco suprime del modelo original una de las puertas de salida del templo circunstancia que incide en la composición del conjunto, presentándose ahora más forzada. En contrapartida, se busca la profundidad espacial mediante el diferente tratamiento dado a los personajes: los mercaderes más cercanos bien perfilados y con atuendos de brillante colorido, lo que contrasta con las figuras más alejadas de la escena central, más difuminadas, menos luminosas, incluso algunas apenas esbozadas.

La escena representada nos acerca al interior de un templo de líneas renacentistas y techos abovedados, dotado de una monumental escalinata de acceso y grandes columnas revestidas de cortinajes. Este espacio, absolutamente clasicista, ha sido ocupado por vendedores, mercaderes y cambistas ataviados a la moda veneciana del último cuarto del siglo XVI, momento de la ejecución del cuadro. En varios estudios sobre esta obra se ha advertido la presencia de varios personajes habituales en la producción artística de los Bassano, denominados “figuras-comodín”, como el hombre recostado que aparece en primer término, a la izquierda, o la mujer arrodillada ante una cesta de huevos de la parte central; asimismo, se ha especulado con la identificación de algunos artistas y personajes contemporáneos presentes en la escena como, en nuestro caso, el cambista que se incorpora ante su mesa, considerado por algunos autores como un fiel retrato de Tiziano.

La figura de Cristo, al situarse en un plano intermedio, gana protagonismo en relación con otras versiones anteriores de los Bassano de este mismo tema en las que aparece en espacios muy secundarios, incluso arrinconado. Seguramente en ello influyera el carácter ejemplarizante del tema de la ‘Expulsión de los mercaderes’, en el ambiente contrarreformista del momento, en el que el castigo divino a los enemigos de la fe es argumento recurrente que conviene resaltar en las representaciones sagradas.