Piedad 

Círculo de Jácome de Blancas 
Mediados del siglo XVI Óleo sobre tabla /  82 x 72’5 cm 
Obra depositada en el Museo de las Ferias. Medina del Campo 
Última restauración: Gloria Martín González, 2000 

Piedad_Jacome

La presentación del tema de la Piedad en la más cercana inmediatez, mostrando el dolor de la María estrechamente abrazada a Cristo, mejilla con mejilla, sin otro soporte narrativo o iconográfico, adquirió su más significativa plasmación en algunas creaciones en pequeño o mediano formato de Gerard David y Luis de Morales, concebidas para una religiosidad personal y llamadas, en la propia repetición del modelo, a una notable difusión. Con la misma proximidad e intensidad, y en términos de «composición de lugar», lo abordaba por aquellos mismos días fray Luis de Granada con sentidas palabras: «Abrazase la madre con el cuerpo despedazado (de Cristo), apriétalo fuertemente en su pechos (para solo esto le quedaban fuerzas), mete su cara entre las espinas de la sagrada cabeza, juntase rostro con rostro, tiñese la cara de la madre con la sangre del hijo, riegase la del hijo con las lágrimas de la madre» (Fr. Luis de GRANADA, Libro de la Oración y Meditación. Amberes, Viuda de Martin Nucio, 1559, f. 67v)una potente imagen del dolor de la madre que acaba de perder al hijo unigénito en la cruz y que puede recibirlo al fin entre sus brazos, como refería el Cartujano: «y cayó sobre el abrazándolo muchas veces, y no se podía hartar de la presencia tan lamentable de su dulce amado, y no había quien la pudiera apartar de sobre el cuerpo» (Vita Christi Cartuxano (4º parte), trad. de fray Antonio de Montesino (O.F.M.), Sevilla, Jácome Cromberger, 1551, cap. LXV, p.148), lo que lleva a fray Luis a entonar un canto a la empatía: «Oh ángeles de la paz, llorad con esta sagrada Virgen, llorad cielos, llorad estrellas del cielo, y todas las criaturas del mundo, acompañad el llanto de María«.

En el divino Morales, como ya en Fernando Gallego y en el mismo Van der Weyden o en otros autores -Memling, W. Key, Maestro del Hijo Pródigo y aún H. Wierix-, María sostiene con una mano la cabeza de Cristo y abraza su cuerpo, aproximando su rostro al suyo y aun besándolo, en una evocación dramática de la imagen de la joven Virgen cuidando amorosamente en sus brazos al Niño, como describía san Bernardino de Siena. 

La tabla expuesta en el Museo de la Ferias responde a tal planteamiento, trayendo a un plano inmediato el doloroso momento del abrazo de la madre, cuyos ojos, arrasados en lágrimas, acomodan la mirada a la estrecha inmediatez de los rostros y denuncian el cansancio de la larga vigilia. Componen ambas figuras una imagen sin concesiones, en el afán de transmitir el drama en toda su intensidad al servicio de la meditación, poniendo el acento sobre la dimensión humana de Cristo y el dolorido amor de María, a la que fray Luis inquiere, ahondando en la herida: «Oh, dulce madre. Es ese por ventura vuestro dulcísimo hijo? Es ese el que concebisteis con tanta gloria y paristeis con tanta alegría? Pues qué se hicieron de vuestros gozos pasados? Dónde se fueron vuestras alegrías antiguas? Dónde está aquel espejo de hermosura en quien vos os mirábades? Ya no os aprovecha mirarle porque sus ojos han perdido la luz» (Fr. Luis de GRANADA, Ob. Cit., ff. 67v-68r).

Estilísticamente se trata de una pintura que cabe asociar con el estilo del medinense Jácome de Blancas, activo desde los años cuarenta y hasta 1575 por tierras de Medina y de la Moraña y a quien se identifica con el maestro Jácome que contrató la realización del retablo de la iglesia de Santa María de Olmedo. La mayor dureza e inseguridad o descuido en el dibujo que adquieren sin embargo las formas, patente tanto en la plasticidad figurativa como en su factura -es significativo el nervioso dibujo de las manos y de las mismas uñas-, ha de entenderse como propia de un momento ya tardío en su obra, acaso con mayor participación de taller, y con ello la mayor crudeza en las propuestas sobre el tema, entendido en el Llanto sobre Cristo muerto, ya sea en la versión perteneciente al mismo Museo de las Ferias, de inspiración aún peruginesca, o la del retablo de los Morejón, en la Colegiata. Varios detalles tipológicos evidencian singularmente una mayor relación con la tabla del mismo asunto, sin duda la de más cuidado dibujo, limpieza de formas y luminosidad, incorporada en 2003 a una colección particular madrileña, tanto en la intensa marca de la corona de espinas en la frente de Jesús, elemento rotundo para la piedad y la meditación, común con sus otras pinturas y propio de los textos ascéticos, aunque extraño a la descripción de fray Luis, junto con el modo de pintar la boca entreabierta de Cristo o la misma nariz y el manto de María.

Fernando Collar de Cáceres
Universidad Autónoma de Madrid

Bibliografía
– COLLAR DE CÁCERES, F., «El pintor renacentista Jácome de Blancas», en BSAA-arte, LXXVI, Universidad de Valladolid, 2010,pp.103-126
– COLLAR DE CÁCERES, F., «Llanto sobre Cristo muerto. Jácome de Blancas», Pieza del Mes del Museo de las Ferias, septiembre de 2012
– RODRÍGUEZ PEINADO, L., «La Virgen de la Piedad» (2011). www.ucm.es/centros/cont/descargas/documento26310.pdf, p.2