Cristo crucificado

Anónimo indio
Finales del siglo XVII
Marfil y palosanto
42 x 27 x 8 cm (Cristo) /  89 x 43,5 x 2 cm (la cruz)
Diputación de Valladolid


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La Fundación Museo de las Ferias ha seleccionado como «Pieza del Mes» de junio un Cristo expirante indo-portugués propiedad de la Diputación de Valladolid. Se expone como «pieza en diálogo» junto al Cristo hispano-filipino procedente de la iglesia de Santiago el Real, que forma parte de la exposición permanente del Museo.

Conviene destacar que este Cristo es una obra inédita, expuesta públicamente por primera vez y desconocida hasta el momento para los especialistas en eboraria, no estando documentada su presencia en los catálogos más importantes de España. Durante años este Crucificado estuvo ubicado en el despacho del Secretario General de la Diputación Provincial y recientemente ha sido restaurado por Mª del Carmen Santamaría, quien ha realizado su limpieza, consolidación estructural, reintegración reversible de partes perdidas y sustitución de clavos no originales.

Expirante, con la boca entreabierta y mirada hacia lo alto, presenta el rostro ovalado, frente despejada, arcos superciliares poco destacados, ojos rasgados y párpados abultados sin doble brida. La nariz, recta con aletas carnosas, evidencia una influencia occidental. Pero lo más destacado de esta pieza indo-portuguesa es tanto el cabello como la barba. La principal característica es la talla biselada y zigzagueante. Los mechones de ambos elementos se configuran con carácter geométrico terminando en los típicos «caracolillos». Es destacable la presencia de la «mosca» en la barbilla y los pabellones auditivos afrontados, que denotan una cronología propia del siglo XVII.

Los brazos presentan cierta verticalidad, con las típicas venas en resalte de forma esquematizada y composición simétrica. Conviene destacar que la unión al tronco se realiza a través de la axila, sin prolongar los hombros, al igual que en los crucificados hispano-filipinos, y de forma distinta a todas las demás piezas occidentales. El tórax, con sentido sumario, presenta arco ventral apuntado con evidencia de costillas tanto en la parte anterior como posterior, pero sin pormenorizar. Junto con la cabeza, el otro elemento peculiar de la eboraria indo-portuguesa es el cendal, que está sujeto con doble cordón retorcido dejando al descubierto la cadera para recoger la «moña» en su lado izquierdo. Pero lo específico es la decoración a base de círculos concéntricos y terminación dentada en los particulares «dientes de sierra». Otra particularidad de este Cristo es la presencia de cuatro clavos, con los pies separados, no sobrepuestos. Son pocos los ejemplares que se conocen con esta disposición tanto en Portugal como en España.

Este tipo de piezas se realizaban principalmente en Goa, bajo la demanda portuguesa, para remitirlas a la metrópoli, pero talladas por artistas indios cuya tradición escultórica en marfil era multisecular y ampliamente contrastada. Cronológicamente, la obra corresponde a los últimos años de decimoséptima centuria, destacando en ella la ausencia de la corona tallada, la «mosca vertical» y el cendal reducido y decorado.

Por todo ello, resulta sumamente interesante confrontar a través de esta pieza el arte de dos países: España y Portugal; dos estilos: indo-portugués e hispano-filipino; dos grandes rutas marítimas comerciales: la «Carrera de las Indias» y el «Galeón de Acapulco»; dos países de procedencia: India y Filipinas; dos centros de producción: Goa y Manila; dos grupos de artistas: indios y sangleyes (chinos residentes en Filipinas). Incluso, podemos apreciar las magnificas calidades escultóricas de dos centros coloniales que compiten claramente con los talleres europeos.

José Manuel Casado Paramio